Los hispanos que viven en Estados Unidos deben hacer un profundo ejercicio de reflexión sobre dónde están sus lealtades y prioridades. Los prejuicios de Donald Trump contra las mujeres y las minorías, en especial los hispanos, fueron tan evidentes y ciertos como que el sol sale todos los días. Nadie puede decir que se le mal interpretó. La evidencia sobra.
No es de sorprender que muchos norteamericanos voten por Trump. La historia de hace sólo unas decadas habla de cómo han sido tratadas allí las minorías. Justo cuando se creía que se había logrado grandes avances, con un reelecto presidente negro, gobernadores y legisladores de otras nacionalidades, gana el sr. Trump. Un tipo con un discurso irreverente, que no tiene una posición concreta sobre nningún asunto, más que de construir un muro contra México. ¿O será que Estados Unidos es más machista que racista?
Tampoco me sorprende ver a algún boricua con guille de republicano, celebrando la victoria de Trump sin siquiera poder votar por el Presidente de la nación que administra esta colonia. Porque en la mente de un boricua colonizado, los puertorriqueños no somos minoría en Estados Unidos, dis que porque somos ciudadanos norteamericanos. ¡Ja!
Oiga, pero que tantos hispanos hayan votado por este…señor, sorprendió a todos. El resultado sugiere que, después que obtienen su ciudadanía o se establecen allá, muchos de estos “hermanos y hermanas” hispanos menosprecian a quienes entran indocumentados como tal vez lo fueron ellos alguna vez. Eso es vergonzoso y egoísta. Le han robado oportunidades a sus propias generaciones futuras.
¿Hacer a América Grande de Nuevo? En su lema de campaña, Mr. Trump y sus seguidores olvidan la historia y las incalculables aportaciones de las llamadas minorías a la llamada Primera Potencia Mundial. Además de que América es un continente y no un sólo país.
El mundo se sorprendió con la elección de Trump, pero América Latina llora la traición de sus hijos en Estados Unidos. Shame on you