Por: Héctor M. Colón López
¿Qué nos pasa Puerto Rico? Como boricua, siento gran tristeza por el papel que hemos hecho como país tras la pelea de Miguel Cotto con el mexicano Canelo Álvarez. Insultos al púgil y los bochornosos memes contra la esposa de este, solo por usar un traje con escote, denotan el deterioro patriótico que vive nuestra isla. Todo esto ocurre en la misma semana de la puertorriqueñidad, donde había tanto filósofo y filósofa de nuestra identidad definiéndola a su modo en las redes sociales. Ni nuestro Himno Nacional, nuestra máxima representación, se salvó de ser criticado este funesto día en donde el gran ‘nockeado’ fue Puerto Rico.
En lugar de enfocar en que la Borinqueña suene en un evento donde hay un boricua representándonos, nos concentramos en ridiculizar a la persona que lo interpreta. Cantantes de ducha y otros personajes del faranduleo boricua, han despotricado contra Pedro Capó por el tono que le dio al himno antes de la pelea. Ni cuando Chevy El Ponzoñú cantó la Borinqueña en una pelea del Macho Camacho, se hizo tanta burla y crítica vana al respecto. Pero estamos en el país de los faranduleros, donde los boxeadores son considerados artistas, Maripily es una personalidad y los casos de asesinato como el del niño Lorenzo, se tratan en los programas de chismes de la televisión.
Como yo no soy cantante, busqué opinión de gente que sí canta. Todos los consultados coinciden en que Pedro Capó hizo una presentación respetable del himno y que se debe considerar además, que el cantante hizo su interpretación frente a un público que favorecía al mexicano, y a capela, una de las cosas más difíciles de hacer para los artistas. Pero para entender mejor este evento, sería bueno rebuscar un poco en la historia, porque, “los pueblos que no conocen su historia, corren el riesgo de volver a repetirla”. Para los que dicen que alargó notas y cambió tonos les voy a contar una historia que demuestra el nivel al que hemos caído.
Era el quinto partido de la Serie Mundial de la MLB en 1968, entre los Cardenales y los Tigres en el AT&T Park de San Francisco. El boricua José Feliciano de 22 años de edad, interpretó el Himno de Estados Unidos en un tono más lento al estilo blues. Aunque el repudio fue masivo de parte de los norteamericanos, desde ese día, cada intérprete hace sus propios arreglos a The Star Spangled Banner. En el 2012 hizo la misma interpretación en el mismo parque y fue ovacionado por 40,000 personas. La mayoría no sabía que él había sembrado las pautas para interpretar ese himno de formas tan creativas.
También en el 2013, Marc Anthony hizo una magistral interpretación de God Bless America en el Juego de Estrellas de la MLB en Nueva York, su ciudad de origen y hogar de miles de latinos, y fue altamente criticado por los ‘amigos del norte’. ¿Quién puede cuestionar la increíble calidad vocal de Marc?
El 13 de junio de 2013, Sebastien De la Cruz, un niño de 11 años de edad nacido en San Antonio, Texas, recibió un rechazo masivo por cantar el himno de Estados Unidos en el tercer juego de la final de la NBA vestido de mariachi honrando las raíces mexicanas de sus padres. Más del 55% de la población de San Antonio es hispana y 90% de ellos se identifica como mexicano.
¿Es a este punto donde queremos llegar como país?
Oiga, no es que usted no ejerza su derecho a la opinión informada sobre la interpretación de un himno; mi escrito no es para esas personas. Me refiero a quien se lleva enredada en su crítica a lo que nos representa como país, a quien insiste en ridiculizar a un artista puertorriqueño que se abre paso en un país que históricamente no apoya a sus trabajadores del arte. En este momento histórico, es un lujo que no nos podemos dar. El mundo observa y si no hay respeto por lo de aquí, ¿cómo vamos a exigir lo que no podemos dar? ¡Que suene La Borinqueña y que viva Puerto Rico!…lo demás es frosting…
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